EL DELITO VIVE OCULTO
No tenemos ninguna duda de
que el delito es muy costoso para la sociedad en general. Son muy numerosas las
personas que consagran su vida profesional en prevenir y aplicar la Ley : jueces, fiscales,
abogados, criminólogos, detectives, policías en general y guardia civil. Y
otras, se ocupan de que la pena recaída
se lleve a efecto: funcionarios de prisiones.
Los
educadores finalizan su trabajo docente sin poder garantizar el producto final
de su dedicación y sacrificio. Por tanto, nos preguntamos ¿cuántos delincuentes
son la expresión de una familia sin valores, enemistada, irresponsable, ó de
una educación escolar precaria?
La
opinión pública está formada por la prensa, la televisión, la radio, el cine y
otros diversos medios de comunicación social. La ridiculización que, en la
mayoría de los casos, se hace por falta de un fundamento científico, del
fenómeno criminal, distorsiona la realidad de un hecho trascendental que repercute en toda la sociedad.
Sin
duda, todos podemos haber sido o ser actores en la travesura o diversión,
participando activamente en numerosos actos delictivos, denunciados u ocultos.
En base al hecho de que otros ciudadanos respetuosos de la ley, no procesados
ni condenados, hayan tenido una conducta
reverente eludiendo la violación de una ley penal en el curso de su vida y,
sería arriesgado poder hablar del
aspecto cuantitativo del delito. Sutherland, por ejemplo, dice: “alumnos de colegio, con raras excepciones,
sin duda debida a una mala memoria y educación, presentan en término medio una
serie de hurtos durante sus vidas”.
Este
fenómeno de la delincuencia podemos haberlo padecido o sufrido como víctimas,
pero sin entrar en contacto con la esencia del delito. Tratamos de aproximarnos
a él por vías irreales e inseguras: las películas, la prensa “amarilla”,
sensacionalista, la novela, etc.; pero también se nos brinda esta manifestación
del delito en hechos reales concretos a través de la series televisivas.
Es
obvio que el delito vive oculto y
estamos comprometidos a reconstruirlo con cualquier clase de manifestación
fragmentaria que podamos conseguir. Desde que nos acercamos a contemplar el
delito, a través de personas o medios noticieros, que nos ofrecen
únicamente emociones y morbo,
satisfaciendo nuestros deseos, pero ocultando el verdadero conocimiento
incómodo del mismo, el espectador queda impactado y desorientado. La realidad
acusatoria procesal, personal o social, es mantenida fuera del alcance de
nuestro discernimiento. Se construye, a veces, una leyenda del delito basada en
unas disertaciones “paralelas”, si rigor profesional y científico. Y este
panorama imaginario distorsionante invade nuestra literatura, y otros medios de
difusión social.
En
esencia, la Criminología
nos muestra la lucha perenne entre las disposiciones humanas variables y las
situaciones sociales en constante cambio, y el desenlace de esta colisión es la
formación de la buena conducta, de las
posiciones neutrales o de la conducta rebelde. Y también enseña que el Derecho
puede salir triunfante y el error ser un negocio que da pérdida, pero solo
mediante el esfuerzo inteligente de investigación, interpretación y
conocimiento aplicado.
Como juristas debemos ser
defensores a ultranza de la justicia, dondequiera que nos encontremos, y sea
cual fuere el campo de nuestra especialización, estamos obligados a que esa equidad
impere con nuestro ejemplo como ciudadanos, y en el caso que ese equilibrio de
derechos y deberes se quiebre, debemos ser conscientes y tajantes en tratar de restablecerlo
para beneficio de nuestra propia sociedad.
En el mes de junio de 2016
Dr. José
Carrasco y Ferrando
Abogado
Criminólogo
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