sábado, 26 de marzo de 2016



LAS GRANDES VERDADES DE LA NATURALEZA Y DE LA REALIDAD

Los trabajos de un “buscador” tienen por objeto entre otros en descubrir el principio de todo lo verdadero y de todo lo que es bueno, a fin de esparcirlo y comunicarlo a todas las personas. Examinemos las enseñanzas de ciertos filósofos que precisamente estaban inspirados en las grandes verdades. Estos antiguos místicos y filósofos recibieron estas grandes verdades por inspiración, pero las interpretaron de acuerdo con la comprensión que tenían, pues para ellos, lo  mismo que para nosotros, la iluminación y su revelación es un proceso progresivo; ellos no lograron a darse cuenta de todas las verdades que hoy logramos ver. Estudiando sus escritos y con el correr de los siglos, podemos constatar como la filosofía y el misticismo se han desarrollado y evolucionado hasta manifestarse como las verdades que hoy conocemos.

Algunos de estos filósofos que más adelante vamos a mencionar, sin duda, han despertado un profundo interés en nosotros por medio del razonamiento y en alguna de sus enseñanzas podemos atisbar que ellos poseían el conocimiento de las grandes leyes de la naturaleza.

Según vamos progresando en la vida podemos ver que el concepto de la ciencia y las modernas escuelas de filosofía, que mantienen que “lo más nuevo es lo más verdadero”, es una opinión ilusoria. De hecho los más prestigiosos científicos y filósofos del momento, ya se muestran favorables a admitir que una gran parte de lo que hoy se imparte en los centros de enseñanza ya se hacía hace más de tres mil años.

Un Hermano tan sabio como fue Salomón, hace 3.000 años, dijo, sobre la comprensión y la sabiduría: “No hay nada nuevo bajo el sol”. Esta verdad, que cada vez resulta más evidente, se debe a dos razones  fundamentales: la primera que nuestro métodos de estudio es deductivo en su sistema y sintético en lo referente a los resultados ; y la segunda, que nuestra comprensión real de los antiguos filósofos se basa en que conocemos la verdad esotérica que está inclusa en los escritos exotéricos. Es decir, estos pensadores eran místicos porque escondían la verdad y en parte la enseñaban a sus alumnos.

El profundo valor de los antiguos filósofos les resulta evidente a los científicos actuales con mente y espíritu  abierto. Sobre este aspecto podemos recordar una verdad conveniente: “Debemos preguntar si verdaderamente alguna vez se ha hecho justicia a los antiguos sabios, que desde Tales y Galeno trabajaron para poner las bases de la ciencia física actual”.

La filosofía es el amor a la sabiduría, que nos lleva a la revelación de la verdad y a su aplicación en todo tipo de relaciones. Sócrates que poseía una mente enciclopédica de las que han brillado entre los filósofos, decía que la filosofía es “La devoción a la búsqueda de la verdad”, en tanto que Platón, que fue más grande como maestro dice: “La filosofía es el conocimiento de las verdades eternas”.

Hoy en día uno de nuestros errores es tratar se comparar la filosofía con la ciencia, dejando a la filosofía como mero sistema de especulación en contra del empirismo  o investigación de la ciencia. Referente a la base de a la investigación, la filosofía es conocimiento a priori, y razonamiento deductivo con base primordialmente subjetiva; mientras que la ciencia es un conocimiento a posteriori, que usa un razonamiento inductivo basado principalmente en la investigación objetiva. Sin embargo, esta diferencia es más que nada en el método, y no en la cuestión de la verdad, en su aplicación y en su amor a ella.

La ciencia de hoy nos hace recordar que la unidad del conocimiento era una necesidad antes que salieran las ciencias especiales con sus aprehensiones más virulentas. Y por tanto, como estudiosos del filosofismo, debemos recordar que la unidad de conocimiento  que fue una necesidad para nuestra comprensión de aquella época es aún hoy en día una necesidad.

Algunas veces la filosofía también se compara con la religión. Así, la Teología, como estudio  que es de la religión, ha de relacionarse  con todos los demás  conocimientos y ciencias para llegar a formar parte de la verdad universal; y por el mismo hecho todas las religiones tiene que ser fundamentalmente filosóficas. Como formaciones mentales y sistemas eclesiásticos, las religiones cambian gradualmente en sus acontecimientos y sucesos. La Verdad, o lo que es lo mismo bajo el concepto de El Gran Arquitecto del Universo, Dios, Espíritu Santo, lo visible e invisible, etc. han de ser esencialmente siempre lo mismo.

 Sabemos que las creencias y los códigos de conducta van y vienen, se forman, se cambian y desaparecen en el tiempo. Pero la conciencia  de la veracidad es siempre la autoridad  suprema que todos podemos alcanzar, con el objeto de poder determinar la Verdad, entendida como la autenticidad, la realidad del amor universal e impersonal que nos une a todos.

La filosofía de Parménides es la antítesis de la de Heráclito, mientras éste decía: “Todo es movimiento y cambio y la apariencia de firmeza es solamente ilusión de los sentidos”. Parménides sostenía que, “Todo lo que existe ha existido y existirá lo mismo para siempre; que es el cambio y la multiplicidad lo que son ilusorios; el ser y el pensamiento son lo mismo, y el sentido únicamente puede originar una opinión incierta”.

La particularidad de Parménides, como hemos dicho, es que todo lo que existe ha existido siempre y perennemente existirá. Y en esto coincide con los científicos actuales, que declaran la indestructibilidad de la materia, o sea, que todos los elementos de  de la materia han existido siempre fundamentalmente y perpetuamente existirán, y lo mismo sucede con la energía. La idea de la ciencia moderna en el campo de la física nuclear, es que la materia y la energía son parecidos, es decir, que la materia es una forma distinta en la manifestación de la energía. En el laboratorio se puede demostrar esa transformación de la materia en energía y viceversa. Ni la materia ni la energía pueden destruirse, sin embargo, sus manifestaciones sí que pueden destruirse, es decir, cambiar de estado o transformarse. Parménides mantenía su concepto que el cambio en la manifestación de la materia es lo que produjo la impresión de que la materia vieja dejaba de existir mientras se creaba una nueva materia. Por lo tanto, ¿no es esto lo mismo que la ciencia  moderna afirma cuando asevera que la materia no se crea ni se destruye, sino únicamente se trasforma produciendo múltiples manifestaciones.

Expuesta la concepción de este gran pensador, su fórmula se basa en lo siguiente: “El Ente es, y el No-Ente no es”. O sea, lo que existe es, y lo que no existe  no es. Expresado de esta manera nos puede parecer una verdad tan evidente  que puede resultarnos una ordinariez. Pero la intención de Parménides era poder trasmitir  al futuro su verdadera significación, y esto lo hizo en su poema titulado “La Naturaleza”. Pues bien, este poema es una combinación de una metáfora y una fórmula, y precisamente en el capítulo titulado  La Verdad, Parménides presenta tres medios para encontrarla: primero la no existencia de lo existente, y la existencia de todo lo existente; el segundo, la suposición de que una cosa “es y no es”; y tercero, el único camino verdadero, “lo existente es y lo no existente no es”. De esta forma parece  diferenciar entre el Ser real y el Ser actual, es decir entre el nóumeno (lo inteligible), y el fenómeno.

Parménides declaró que únicamente pensando podemos tener conciencia de lo que realmente existe. O sea, según pensemos y nos hagamos conscientes de las cosas, así será nuestro conocimiento de ellas y nos percataremos de su existencia. Y en base a lo señalado declaró: “El ser y el pensamiento son una misma cosa y los sentidos sólo pueden originar la opinión incierta”.

Y  hoy en día lo explica la física cuántica. Cuando fijamos nuestra atención  en los objetos de la experiencia misma, la conciencia adquiere la calidad de referencia al objeto. Cambiar la atención de la referencia del objeto a la referencia al ser es pasar de la Conciencia o mente restringida en el tiempo a la Conciencia o mente sin ese tiempo, que es el mismo Ser.

Concluyo con un “Sutra” de un gran Maestro tibetano llamado Atisha que dice así: “La Verdad es, la Verdad  ya es, la Verdad está ahí, porque todos somos Verdad”. O si preferimos usar en vez de la Verdad, Dios o Mente Cósmica Universal, diremos que estos conceptos en su realidad cuántica se encuentra dentro de nosotros. Nos dice este Maestro que “La verdad está aquí y ahora, la verdad te envuelve como el océano al pez”. Quizá el pez no sea consciente de ello, pero si llegara a ser consciente el océano se iluminaría.

En  Marbella, a cuatro de septiembre del 2015
José Carrasco y Ferrando
Abogado-Criminólogo y Profesor universitario


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