LAS GRANDES VERDADES DE LA
NATURALEZA Y DE LA REALIDAD
Los trabajos de un “buscador”
tienen por objeto entre otros en descubrir el principio de todo lo verdadero y
de todo lo que es bueno, a fin de esparcirlo y comunicarlo a todas las personas.
Examinemos las enseñanzas de ciertos filósofos que precisamente estaban
inspirados en las grandes verdades. Estos antiguos místicos y filósofos
recibieron estas grandes verdades por inspiración, pero las interpretaron de
acuerdo con la comprensión que tenían, pues para ellos, lo mismo que para nosotros, la iluminación y su
revelación es un proceso progresivo; ellos no lograron a darse cuenta de todas
las verdades que hoy logramos ver. Estudiando sus escritos y con el correr de
los siglos, podemos constatar como la filosofía y el misticismo se han
desarrollado y evolucionado hasta manifestarse como las verdades que hoy
conocemos.
Algunos de estos filósofos que
más adelante vamos a mencionar, sin duda, han despertado un profundo interés en
nosotros por medio del razonamiento y en alguna de sus enseñanzas podemos
atisbar que ellos poseían el conocimiento de las grandes leyes de la
naturaleza.
Según vamos progresando en la
vida podemos ver que el concepto de la ciencia y las modernas escuelas de
filosofía, que mantienen que “lo más nuevo es lo más verdadero”, es una opinión
ilusoria. De hecho los más prestigiosos científicos y filósofos del momento, ya
se muestran favorables a admitir que una gran parte de lo que hoy se imparte en
los centros de enseñanza ya se hacía hace más de tres mil años.
Un Hermano tan sabio como fue
Salomón, hace 3.000 años, dijo, sobre la comprensión y la sabiduría: “No hay nada
nuevo bajo el sol”. Esta verdad, que cada vez resulta más evidente, se debe a
dos razones fundamentales: la primera
que nuestro métodos de estudio es deductivo en su sistema y sintético en lo
referente a los resultados ; y la segunda, que nuestra comprensión real de los
antiguos filósofos se basa en que conocemos la verdad esotérica que está
inclusa en los escritos exotéricos. Es decir, estos pensadores eran místicos
porque escondían la verdad y en parte la enseñaban a sus alumnos.
El profundo valor de los
antiguos filósofos les resulta evidente a los científicos actuales con mente y
espíritu abierto. Sobre este aspecto podemos
recordar una verdad conveniente: “Debemos preguntar si verdaderamente alguna
vez se ha hecho justicia a los antiguos sabios, que desde Tales y Galeno
trabajaron para poner las bases de la ciencia física actual”.
La filosofía es el amor a la
sabiduría, que nos lleva a la revelación de la verdad y a su aplicación en todo
tipo de relaciones. Sócrates que poseía una mente enciclopédica de las que han
brillado entre los filósofos, decía que la filosofía es “La devoción a la
búsqueda de la verdad”, en tanto que Platón, que fue más grande como maestro
dice: “La filosofía es el conocimiento de las verdades eternas”.
Hoy en día uno de nuestros
errores es tratar se comparar la filosofía con la ciencia, dejando a la
filosofía como mero sistema de especulación en contra del empirismo o investigación de la ciencia. Referente a la
base de a la investigación, la filosofía es conocimiento a priori, y
razonamiento deductivo con base primordialmente subjetiva; mientras que la ciencia
es un conocimiento a posteriori, que usa un razonamiento inductivo basado
principalmente en la investigación objetiva. Sin embargo, esta diferencia es
más que nada en el método, y no en la cuestión de la verdad, en su aplicación y
en su amor a ella.
La ciencia de hoy nos hace
recordar que la unidad del conocimiento era una necesidad antes que salieran
las ciencias especiales con sus aprehensiones más virulentas. Y por tanto, como
estudiosos del filosofismo, debemos recordar que la unidad de conocimiento que fue una necesidad para nuestra comprensión
de aquella época es aún hoy en día una necesidad.
Algunas veces la filosofía
también se compara con la religión. Así, la Teología, como estudio que es de la religión, ha de
relacionarse con todos los demás conocimientos y ciencias para llegar a formar
parte de la verdad universal; y por el mismo hecho todas las religiones tiene
que ser fundamentalmente filosóficas. Como formaciones mentales y sistemas
eclesiásticos, las religiones cambian gradualmente en sus acontecimientos y
sucesos. La Verdad, o lo que es lo mismo bajo el concepto de El Gran Arquitecto
del Universo, Dios, Espíritu Santo, lo visible e invisible, etc. han de ser
esencialmente siempre lo mismo.
Sabemos que las creencias y los códigos de
conducta van y vienen, se forman, se cambian y desaparecen en el tiempo. Pero
la conciencia de la veracidad es siempre
la autoridad suprema que todos podemos
alcanzar, con el objeto de poder determinar la Verdad , entendida como la
autenticidad, la realidad del amor universal e impersonal que nos une a todos.
La filosofía de Parménides es
la antítesis de la de Heráclito, mientras éste decía: “Todo es movimiento y
cambio y la apariencia de firmeza es solamente ilusión de los sentidos”.
Parménides sostenía que, “Todo lo que existe ha existido y existirá lo mismo
para siempre; que es el cambio y la multiplicidad lo que son ilusorios; el ser
y el pensamiento son lo mismo, y el sentido únicamente puede originar una
opinión incierta”.
La particularidad de
Parménides, como hemos dicho, es que todo lo que existe ha existido siempre y
perennemente existirá. Y en esto coincide con los científicos actuales, que
declaran la indestructibilidad de la materia, o sea, que todos los elementos
de de la materia han existido siempre
fundamentalmente y perpetuamente existirán, y lo mismo sucede con la energía.
La idea de la ciencia moderna en el campo de la física nuclear, es que la
materia y la energía son parecidos, es decir, que la materia es una forma
distinta en la manifestación de la energía. En el laboratorio se puede
demostrar esa transformación de la materia en energía y viceversa. Ni la
materia ni la energía pueden destruirse, sin embargo, sus manifestaciones sí
que pueden destruirse, es decir, cambiar de estado o transformarse. Parménides
mantenía su concepto que el cambio en la manifestación de la materia es lo que
produjo la impresión de que la materia vieja dejaba de existir mientras se
creaba una nueva materia. Por lo tanto, ¿no es esto lo mismo que la
ciencia moderna afirma cuando asevera
que la materia no se crea ni se destruye, sino únicamente se trasforma
produciendo múltiples manifestaciones.
Expuesta la concepción de este
gran pensador, su fórmula se basa en lo siguiente: “El Ente es, y el No-Ente no
es”. O sea, lo que existe es, y lo que no existe no es. Expresado de esta manera nos puede
parecer una verdad tan evidente que
puede resultarnos una ordinariez. Pero la intención de Parménides era poder
trasmitir al futuro su verdadera
significación, y esto lo hizo en su poema titulado “La Naturaleza ”. Pues bien,
este poema es una combinación de una metáfora y una fórmula, y precisamente en
el capítulo titulado La Verdad,
Parménides presenta tres medios para encontrarla: primero la no existencia de lo existente, y la existencia de todo
lo existente; el segundo, la
suposición de que una cosa “es y no es”; y tercero,
el único camino verdadero, “lo
existente es y lo no existente no es”. De esta forma parece diferenciar entre el Ser real y el Ser
actual, es decir entre el nóumeno (lo inteligible), y el fenómeno.
Parménides declaró que
únicamente pensando podemos tener conciencia de lo que realmente existe. O sea,
según pensemos y nos hagamos conscientes de las cosas, así será nuestro
conocimiento de ellas y nos percataremos de su existencia. Y en base a lo señalado
declaró: “El ser y el pensamiento son una misma cosa y los sentidos sólo pueden
originar la opinión incierta”.
Y hoy en día lo explica la física cuántica.
Cuando fijamos nuestra atención en los
objetos de la experiencia misma, la conciencia adquiere la calidad de
referencia al objeto. Cambiar la atención de la referencia del objeto a la
referencia al ser es pasar de la
Conciencia o mente restringida en el tiempo a la Conciencia o mente sin
ese tiempo, que es el mismo Ser.
Concluyo con un “Sutra” de un
gran Maestro tibetano llamado Atisha que dice así: “La Verdad es, la
Verdad ya es, la Verdad está ahí, porque
todos somos Verdad”. O si preferimos usar en vez de la Verdad, Dios o Mente
Cósmica Universal, diremos que estos conceptos en su realidad cuántica se
encuentra dentro de nosotros. Nos dice este Maestro que “La verdad está aquí y
ahora, la verdad te envuelve como el océano al pez”. Quizá el pez no sea
consciente de ello, pero si llegara a ser consciente el océano se iluminaría.
En Marbella, a cuatro de
septiembre del 2015
José Carrasco y Ferrando
Abogado-Criminólogo y Profesor universitario
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